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COMERCIO EN LAS MICROS


Por Rania P.
Se suben y se bajan a cada rato de las micros, algunos nos entusiasman con sus productos, otros nos hacen dudar de la veracidad de estos, pero a pesar de los comentarios, no podemos negar que alguna vez todos hemos comprado alguna cosa en la micro.

Otro de los hechos divertidos que forman parte de la cotidianeidad de una micro es ver a los vendedores que se alternan en cada esquina ofreciendo sus productos. En un principio sólo eran dulces y helados "¡Dos por $100!" O "¡A $100 el rico helado!" En este caso una moneda de $100 es la que paga el precio exacto y la que menos cuesta sacar del bolsillo.

Este tipo de trabajo se convirtió en una considerable alternativa para muchas personas cesantes. Sólo había que conseguir un poco de dinero, una importadora de primera categoría y bueno, comenzar a subirse a cuanta micro se podía

Pero a medida que pasa el tiempo, los vendedores de micros evolucionaron y aparecieron señores vestidos de corbata con un maletín en la mano ofreciendo una cantidad inimaginable de cosas a nombre de alguna prestigiosa importadora; desde artículos de oficina como agendas, billeteras y lápices hasta útiles de aseo personal como el famoso óxido de cinc, a precios muy pero muy rebajados, que no comprarlos era como perder la mejor oportunidad que se nos podía presentar.

Muchas veces me tenté con la idea de comprar algo y lo hice, no obteniendo siempre el producto con la mejor calidad pero bueno...siempre me decía lo mismo: "No compraré nada más". Pero la tentación era muy grande y es que comprar cinco libros clásicos de la literatura universal por sólo $1000 no es algo que se hace todos los días, como así tampoco lo es comprar un atlas escolar y unos lápices de colores por $500 así es que no siempre hay que decir que hay malas ofertas en la micro.

La situación se volvió algo muy natural. Durante cada recorrido uno tras otro se subían los vendedores, unos ignorados como si le hablaran al aire, otros con más suerte que los anteriores que lograban vender algo dependiendo de lo que ofrecian. Si el producto lograba captar la atención y el bolsillo del público entonces era vendido como pan caliente y esto significaba un gran éxito para el vendedor.

Como el mercado se extendía rápidamente, nuevas estrategias se emplearon en la venta de los productos, es por eso que fue muy sorprendente ver que por el simple hecho de comprar un sencillo estuche con agujas de coser y alfileres, me darían de regalo un set de lápices a pasta y como si eso no fuera poco también incluida en la oferta estaba una práctica tijera de cocina, ¡y todo eso por sólo $500!.

Aún vemos a los vendedores de micros diariamente, es un trabajo honrado que muchas veces ofrece buenas alternativas en el exigente mercado, el mercado de la micro.

Cualquier comentario, escribe a Rania P. A :elimfranco@yahoo.com



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