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 EN TRICICLO BAJO LA LLUVIA
Por Rania P.
Cada vez que llueve, el escenario s el mismo: inundaciones, anegamientos; en fin, agua por todos lados. No es nada de raro que pasen los autos o las micros tan rápidamente que nos dejan empapados, o que al llegar a la esquina para cruzar la calle nos encontremos con un verdadero río de color café que nos impide atravesarlo (a menos que queramos quedar completamente mojados).
Precisamente para solucionar el grave problema que se nos hace el cruzar la calle en un día de lluvia, apareció un nuevo sistema de locomoción. Se trata de "triciclos" en los cuales el
Chofer se dedica a transportar pasajeros de una vereda a otra para que estos no se mojen los zapatitos.
Al principio todo esto era una verdadera novedad, algo curioso y divertido, tal vez una forma ingeniosa de ganar dinero ya que por $100 mas o menos o según la generosidad del pasajero (dependiendo de la comuna), estos señores provistos de un buen impermeable pedalean con todas sus fuerzas para cruzar al pasajero (uno cada vez) hacia el otro lado de la calle.
Con el paso del tiempo esto ya era parte de la cotidaneidad de nuestra ciudad y cada vez mas dueños de triciclos comenzaron a realizar esta misma actividad y empezaron a sacar los triciclos que estaban guardados en los días de lluvia o que eran usados para otro fin; y si se puede aprovechar la lluvia para obtener dinero ya que este está tan escaso, ¡qué mejor manera!.
Pero como en todo trabajo que comienza a propagarse hasta convertirse en colectivo, llegó un momento en el que se agruparon todos los señores que realizaban esta actividad y juntos formaron una asociación gremial (como los de la Gran Avenida), con el objetivo de organizar y fiscalizar este tipo de trabajo.
Así es la historia de los triciclos, de esos que se organizan cada vez mas en las calles de Santiago solamente durante los días de lluvia, y de quienes los conducen; sacrificados hombres que venciendo la corriente (o el torrente) que se produce en cada calle con tanta normalidad en esta ciudad, cruzan a los pasajeros por pocas monedas o por ni una si es que no tienen, mal que mal ayudar al prójimo no cuesta nada. Eso dicen quienes se dedican a esto y ese puede ser el mejor ejemplo.
Cualquier comentario, escribe a Rania P. A :elimfranco@yahoo.com
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